viernes, 24 de septiembre de 2021

LA ABUELA MARÍA

 Hoy queríamos compartir con todos/as vosotros/as este precioso cuento que han realizado nuestras personas usuarias de los Talleres de Estimulación Cognitiva, y que el pasado Día Mundial del Alzheimer, un grupo de personas usuarias representaron:



Estaba Darío sentado bajo la espesa sombra del viejo roble. Su perrito toby jugaba alegremente con él, moviendo su colita invitándole a jugar. Darío estaba un poco triste observando a su abuela María balanceándose en su gastada mecedora en el porche del caserón. Al compás del balanceo, a su mente le llegaban imágenes de su niñez. Pensó  en sus juegos divertidos en aquel amplio prado repleto de vida. María era  amiga de los animales, especialmente de su loro Pepito, que siempre la acompañaba. Por la mente de la abuela también se paseaban las imágenes de los duros trabajos y esfuerzos que el campo requería. En su mente jugaba el recuerdo y el olvido. Darío se dio cuenta de la expresión perdida de su abuela y decidió ir a preguntar al abuelo Cándido.

 -   ¿Abuelo que le pasa a la abuela que está sentada mirando a ninguna  parte?

-   Qué está cansada

-   ¡Eso no puede ser, sino está haciendo nada!

 

El abuelo cogió a su nieto de la mano y se fueron a pasear. Candido  le contó que la abuela estaba malita. Que su cerebro tenía una enfermedad dónde los recuerdos iban desapareciendo y su memoria disminuyendo.

 

-   ¿Y qué podemos hacer abuelo? Yo no quiero que ella se olvide de mí.

-   No te preocupes Darío. Nuestro cariño y nuestra ternura siempre la tendrán cerca de nosotros.


Darío se quedó pensativo, recordando cosas que le gustaban de su  abuela María, como sus buenas comidas, sus paseos, su música; aquella que recordaba haberla visto cantar, y sobre todo sus besos y abrazos.

Desde aquel día, nieto y abuela salían a pasear juntos al riachuelo dónde  fluían constantemente momentos mágicos entre ambos.


Un día María no estaba dispuesta a dar paseos ni a hablar con nadie, ni siquiera ver a su nieto. Este se puso triste, pero pronto reaccionó y se puso a pensar. Recordó aquella canción que su abuela siempre cantaba cuando hacía las tareas de la casa. Busco la canción y la puso de fondo en el salón. Poco a poco su semblante cambió. En la expresión de su cara se dibujaba una breve sonrisa, la cuál invitó a Darío a rodear su cuello, abrazarla y besarla. María cogió de la mano a su nieto y se encaminaron a  dar su paseo. Los besos y los abrazos nunca se olvidan, dan fuerza y vigor. Sobre todo, aquellos besos que se dan con intensidad a seres queridos, que los reciben con necesidad.









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