Sé que ahora sólo ves una cara arrugada y una espalda encorvada. Cada arruga de mi piel esconde una historia que yo solo sé, bueno quizás alguno de vosotros/as también.
Mi cuerpo está deteriorado, mis piernas no responden a la velocidad que yo quisiera. Cuando vamos a pasear, tú corres y yo no puedo seguirte, miras hacia atrás y me dices:
- Vamos abuela que no andas nada.
Todavía me acuerdo cuando yo te decía lo mismo. Te cogía de la mano y te llevaba de paseo, tenía que ir despacio porque tus pequeñas piernas no podían avanzar más.
Cuando nos ponemos a comer, sé que soy un poco torpe, algunas cucharadas del yogur o de la sopa se me suelen caer. Es debido a que mi pulso ya no es firme como antes. Tú me miras y sé que no te gusta porque quizás he manchado el mantel o la blusa que me acabo de poner. Cuando tú eras pequeña, yo te daba el yogur y no había uno que no tiraras al suelo, a la mesa o sobre ese bonito vestido que acababas de estrenar. Eras pequeña y tu cuerpo no podía estar parado un momento, tus manos se movían con tanta rapidez que nada te duraba mucho tiempo en ellas. Igual que yo, que ahora me tiemblan y todo se me cae.
Me pongo a contarte historias que salen de mi imaginación, pero los temas parecen aburrirte porque no estás al día. El tiempo de los duendes, héroes, heroínas, príncipes y princesas ya los dejaste atrás. Ahora tú me cuentas historias de robot que te hacen compañía de los IPhone, de que no llegan los megas o de que no hay wifi porque no funciona el router, y no puedes seguir a tu Youtuber favorito ni subir tus fotos a Instagram.
Visto así parecemos muy iguales, pero con la diferencia que todo lo pequeño u noven es bonito y las personas mayores ya no lo somos tanto. Pero en el fondo no somos lo que ves, seguimos siendo esa persona que te ama con esa fuerza natural, esa persona que aún quiere cuidarte, que siente y padece tus dificultades, que sabe el significado de cada expresión de tu cara al igual que el motivo de cada arruga de la mía.
Esta que tengo en la frente tan pronunciada fue de aquel día que te llevé a la playa, jugamos y nos divertimos mucho. La arruga del mentón es de las noches y los días al lado de tu cama por culpa de aquel maldito virus que se instaló en ti. Las arrugas de los ojos son de las risas que nos hemos echado juntas, otras de las lágrimas derramadas. Esta de aquí abajo de la nariz es de cuando conocí a tu abuelo. Fuimos muy felices, la felicidad también deja su huella. La arruga de la boca es del primer adiós que tuve que decir, ese adiós me rompió el corazón y también me arrugó el alma. Esta que tengo aquí y que ahora se nota tanto es del día en que te vi por primera vez. Es la que me recuerda el día más especial de mi vida.
Los mayores, no sólo somos lo que se ve, somos mucho más.
No veas a una persona mayor y arrugada, ve a una persona llena de experiencias y de vida exprimida.
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