El amor necesita un estímulo diario, necesita aire fresco y agua clara como una planta para que no se marchite. San Valentín tan solo es un recordatorio que viene bien, sobre todo a nuestras personas usuarias que además de pasarlo bien con la creación de los elementos ornamentales necesarios, trabajan tanto la motricidad fina, como la funcionalidad de los miembros superiores, así como la concentración, la atención, la memoria y la autodeterminación. El hecho de que se elaboren sus propias tarjetas favorece a que mejoren la autoestima y la comunicación. En nuestros talleres hemos construido un mural con un enorme corazón donde ahí caben todas las historias que ellos y ellas quieren contarnos y plasmarlos en un bonito y pequeño corazón.
A través de este trabajo puesto en común entre compañer@s con esas tarjetas explicando que es el amor para ellos, han salido historias entrañables, que muchas de ellas permanecen ocultas ante una sociedad que vive de espaldas a los mayores. Muchas veces vemos extraño que las personas mayores sientan amor, que este sentimiento es solo cosa de jóvenes.. Por eso muchas de ellas son tan reservadas.
Una de estas historias nos ha emocionado porque nos explicaba que las historias de amor también tienen un final, sobre todo cuando el alzheimer entra en sus vidas, esta enfermedad se encarga de ello. Es el momento mas duro tanto para el/la que se va como para el/la que se queda.
Lo último que se pierde en una persona enferma de alzheimer es la memoria afectiva.
HAGAMOS QUE SE SIENTAN FELICES, AMADOS Y PROTEGIDOS.
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