Sin duda alguna, hoy en día nadie tiene duda que la sexualidad influye en nuestra salud física y mental. Forma parte del comportamiento humano y representa uno de los pilares para el bienestar individual y para la vida en pareja.
Cuando la enfermedad de Alzheimer llega a instalarse en una pareja, cambia la manera de funcionar nuestra mente, sobre todo y en especial el de la persona con Alzheimer. Como consecuencia, el comportamiento de esta persona enferma cambia también.
Aunque existen tantas sexualidades como personas, podemos afirmar que algunas demencias, tipo Alzheimer los cambios suelen ser más tardíos y sigue habiendo una búsqueda de una acto sexual. En realidad, en la enfermedad de Alzheimer, lo mas frecuente es la pérdida del interés sexual, o la presencia de disfunción eréctil en hombres. En estos casos los expertos consideran que la actividad sexual puede tener como objetivo producir un efecto tranquilizante y reforzar una deteriorada autoestima.
A nivel de pareja la intimidad y la sexualidad son necesidades emocionales y fisiológicas humanas básicas que la enfermedad de Alzheimer no tiene por qué hacer desaparecer. Se pueden producir cambios en los deseos, o al menos en la forma de manifestarlos.
A medida que avanza la enfermedad, la falta de límite y de controles cognitivos puede llevar a que las actividades de cuidado que se ejercen sobre ellos y ellas, como las tareas de higiene, pueda ser malinterpretada por algunas personas enfermas de demencia.. Por ejemplo, las fallas a nivel del reconocimiento a la persona con quien interactúa.
Tras un diagnostico de Alzheimer, la pareja de la persona afectada puede reaccionar poniendo distancias, ya sea física o emocional. La que había sido una relación de amor entre iguales, se aboca a convertirse en una relación de atención y cuidados. La pareja de vida se convierte en alguien distinto al que fue, a veces con reacciones propias de alguien desconocido.
Es muy importante, procurar no sentirse culpable por sentir una disminución del deseo sexual o la atracción hacia la pareja, evitando interpretarlo como un rechazo a su persona.
Por otro lado, podemos buscar formas alternativas a la pura relación sexual que hallen un nuevo equilibro en la vivencia de la afectividad de la pareja. Por ejemplo; explorar nuevas maneras de pasar tiempo juntos, buscar otras maneras de mostrar cariño que reduzcan la necesidad sexual como acurrucarse o agarrarse de las manos, probar otras maneras de tocarse que no sean sexuales como masajes, abrazos o bailar, o considerar otras maneras de satisfacer las necesidades sexuales como la masturbación.
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