Si bien el poder de la música se
conoce desde hace miles de años, la idea de una terapia musical formal o
musicoterapia no surge hasta finales de los años cuarenta, sobre todo en
respuesta a la gran cantidad de soldados que regresaban de los campos de
batalla de la Segunda Guerra mundial con graves lesiones mentales. En muchos de
estos soldados se observaron mejorías importantes con ayuda de la música.
Desde la década de los ochenta se conoce que la música tiene
efectos beneficiosos para personas enfermas de Alzheimer. Sin embargo, ha sido
en los últimos años cuando ha aumentado considerablemente el interés por la
utilización de la musicoterapia en el tratamiento de la enfermedad de
Alzheimer.
El objetivo de la terapia
musical en las personas con Alzheimer es el de estimular las emociones,
las capacidades cognitivas, los pensamientos y los recuerdos, a fin de
llevarlos a un primer plano.
De acuerdo con las
investigaciones, la musicoterapia es posible, incluso en fases muy avanzadas de
la enfermedad de Alzheimer, ya que la percepción musical, la sensibilidad, la
emoción y la memoria musical pueden sobrevivir (o permanecer intactas) mucho
tiempo después de que otras formas de memoria (funciones cognitivas) hayan
desaparecido (o se encuentren alteradas).
Es importante seleccionar
música que sea conocida y del gusto de las personas usuarias. Cada persona
tiene canciones asociadas a momentos y emociones muy importantes de su vida.
Por ello, si la música es adecuada servirá para orientar y anclar a un paciente
cuando casi nada más lo consigue. En nuestros talleres les solemos preguntar
qué canción les gusta más. Es admirable observar cómo les cambia la cara cuando
escuchan su canción. En ese momento se transportan al pasado y a las
experiencias vividas con esa música. Esta es capaz de movernos a profundidades
insospechadas de la emoción.
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